24 de mayo de 2010

EL BICENTENARIO Y EL PROTAGONISMO EN LA CONSTRUCCION DEL ESPACIO COMUN



“¡Feliz la patria si sus hijos saben aprovecharse de tan importantes lecciones!” finalizaba Moreno el prólogo a la traducción del Contrato Social de Jean Jacques Rousseau. La lectura y reflexión de los hechos históricos son lecciones que nos deben servir para ejercitar la memoria, reinterpretar el presente y proyectar el futuro como comunidad.

Los argentinos nos encontramos festejando el Bicentenario de la Revolución de Mayo. A lo largo y ancho del país se suceden actos, muestras, homenajes, reflexiones y discusiones en torno a un suceso histórico que marcó el inicio de la construcción de una nueva Nación.

Hace 200 años un grupo hombres y mujeres que habitaban en ese momento el Virreinato del Río de la Plata deciden romper el lazo que los unía con un gobierno lejano y ausente y comenzar a transitar el arduo camino hacia la independencia.

Hay que alimentarse en estas fechas de los influjos que empujaron a los hombres protagonistas de la semana de mayo de 1810 a animarse a la transformación revolucionaria de la comunidad política a la que pertenecían y al compromiso que asumieron a tal fin.

Claro que todo momento histórico de cambio no está exento de contradicciones, choque de intereses y visiones y los hombres de mayo las tuvieron. El cambio político no ofrece garantías e implica sacrificios enormes, sobre todo de aquellos que aspiran a conducir el proceso, y la única forma de producirlo es la creencia en que nos merecemos transformar lo que somos consumándolo en una instancia superior. La herramienta para ello es el compromiso personal de cada una de las partes como constructores y hacedores de la historia.

Entre los protagonistas de la Revolución de Mayo estaban aquellos que entendían que la historia les estaba reclamando un compromiso y sacrificio por las ideas de la libertad y la igualdad, los dos pilares sobre los cuales debía erigirse una nueva Nación.

Aunque no todos lo entendían así, aprendimos también de la Revolución de Mayo, que quienes hablan de aferrarse a lo seguro, a lo conocido y de soportar y aguantar las condiciones existentes lo hacen desde la comodidad de su situación personal apartando la mirada de los que más sufren.

La vigencia de un mensaje.

Mariano Moreno estaba entre quienes protagonizaron el nuevo tiempo en nombre de valores superiores y contra intereses mezquinos. Y allí está el Decreto sobre supresión de honores al presidente de la Junta y otros funcionarios públicos que él mismo redactó como testimonio de una época, donde la supresión de los privilegios y la instauración de la igualdad y la libertad, era el fin de la revolución en marcha Allí señalaba: “La libertad de los pueblos no consiste en palabras, ni debe existir en los papeles solamente. Cualquier déspota puede obligar a sus esclavos, a que canten himnos a la libertad; y este cántico maquinal es muy compatible con las cadenas, y opresión de los que lo entonan. Si deseamos que los pueblos sean libres, observemos religiosamente el sagrado dogma de la igualdad. ¿Si me considero igual a mis conciudadanos, porque me he de presentar de un modo, que les enseñe, que son menos que yo?”

A 200 años de la Revolución de Mayo estas palabras siguen vigentes en nuestra misión como Nación, pero a su vez, la historia debe enseñarnos que toda sociedad debe tener la capacidad de reinventarse en nuevas utopías. Los hombres de Mayo la tuvieron, los argentinos de este nuevo siglo debemos tenerlas. Para ello debemos aprender de las lecciones de la historia, animarnos a comprometernos con nuestro tiempo, entender que no tenemos un destino como comunidad, si no nos sentimos parte de ella.

Animarse a cambiar implica riesgos, pues no existen las garantías estructurales y materiales, es cierto, porque hay que ir construyéndolas en el devenir histórico; pero, transcurrir sin involucrarse, ignorando la responsabilidad que la libertad individual nos otorga como factores decisivos en la cimentación del espacio común implica subestimar nuestra capacidad como únicos generadores de ese cambio necesario para algunos, cuestión de supervivencia para otros. Que los festejos por el Bicentenario de la Revolución de Mayo nos den, entonces, la inspiración para luchar por los desafíos que los tiempos nos reclaman.

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