18 de enero de 2013

ARTURO ILLIA. Su legado nos obliga.

Hace 30 años fallecía Don Arturo Illia, un 18 de enero de 1983, no iba a poder festejar el triunfo de Raúl Alfonsín y la refundación de la Democracia Argentina, democracia por la que tanto había luchado. Miles de ciudadanos despedían sus restos que hoy descansan en el panteón de los caídos de la Revolución del Parque.

Corresponde hacer un homenaje a quien fue seguramente el mejor Presidente que tuvo nuestro país. Creo que el ejercicio del homenaje, de la memoria, de la recordación, en este caso de un dirigente de la talla de Don Arturo Illia, debe tener como misión la de interrogarnos a nosotros mismos, qué queda en nosotros del legado. Si supimos o sabemos tomar la posta de quien tenemos la necesidad de homenajear porque lo consideramos digno de esa tarea. Debemos preguntarnos en definitiva si a su vez nosotros podemos considerarnos dignos de su obra.

La diferencia entre convertirse en una comisión de homenajes y la de homenajear desde la función de político comprometido en el hoy, está en si el acto es sólo mirada nostalgiosa o es reafirmación de principios que impulsan nuestra acción. 

Creo que como militantes políticos tenemos la obligación además de recordar a Don Arturo, a su grandeza, a su obra, la de preguntarnos si en el hoy algo queda en nosotros de todo ello.

Si uno piensa rápidamente qué fue Arturo Illia seguramente nos vendrá al pensamiento dos palabras, austeridad y honestidad, vocablos que en el hoy casi parecieran pertenecer al pasado, o quizás si queremos hacer un ejercicio rápido de comparación de quién puede representar algo de eso, probablemente se nos vendrá a la mente alguien que no es Argentino, el Pepe Mujica. 

Pero, Don Arturo está claro que no fue sólo eso, que en otro orden de cosas el mismo no lo consideraba un atributo especial que lo pudiera diferenciar de otros políticos, sino una condición constitutiva de cualquier político. 

Y digo que no fue sólo eso, porque en nuestro país tan afecto a los mitos y los relatos, (no creamos que el kirchnerismo es inventor de lo que llamamos relato, en todo caso es alguien que perfeccionó ese “arte” que está en nuestros usos y gustos establecidos), se pretende casi que minimizar la imagen de Don Arturo, como que son atributos apolíticos, casi como decir, “si fue un buen tipo… como tantos otros…” 

Don Arturo Illia fue mucho más que eso, es precisamente su vida mimetizada de manera coherente con su obra lo que determina que fue mucho más. Y hay algo que esa mitificación reduccionista se encargó de esconder y que muchos radicales aceptaron pasivamente, que paradójicamente termina por afectar nuestra propia identidad radical, cuando dejamos ser calificados por mitos impuestos por otros que no quieren a la Unión Cívica Radical. 

Ese mito generado dice algo así como que los Radicales “no roban, pero no hacen” en contraposición al mito peronista más eficiente del “roban, pero hacen.” 

Si hay algo que ha sido Illia es un hacedor, en la vida y en la acción política. Los invito sólo a ver las cifras y las medidas concretas durante su corto gobierno para que cualquiera pueda darse cuenta de ello. En materia de distribución del ingreso, en materia de educación, en materia de salud, en materia de deuda externa, en materia de libertades públicas o en materia energética, tomó medidas sin reparar en los intereses particulares afectados, en beneficio de toda la nación. 

Sólo para poner un ejemplo, en educación, el presupuesto invertido rondó el 25 por ciento del presupuesto nacional, una cifra enorme, difícil de encontrar comparación. Pero no sólo ello, la educación vivió años de oro que nunca más regresarían. Quiero decir, mucho dinero invertido en educación con resultados positivos concretos.

La llamada Revolución Argentina, que tantos promovieron y festejaron, al decir de Mariano Grondona, central actor golpista en aquellos tiempos, que era una “revolución espiritual” y subrayo espiritual porque sólo en tiempos donde la democracia como tal no cotizaba se le puede dar adjetivo de espiritual a un golpe de fusiles, digo esa “revolución espiritual” provocó la noche de los bastones largos, y el éxodo de más de 12 mil profesores universitarios y la pérdida de cerebros más extraordinaria que se tenga memoria.

Digo que además de un hacedor, Illia tuvo una característica que el relato simplista ningunea, pero que fue el sello de tres Presidentes Radicales, hoy reivindicados no sólo por Radicales, además de Illia, Yrigoyen y Alfonsín. Los tres si algo tuvieron fueron las ideas claras, la voluntad y sobre todo el coraje para llevarlas a cabo. Esa voluntad, ese sostenimiento hasta porfiado de las propias ideas, ese coraje para no especular en costos o riesgos, es un sello que distingue a estos tres grandes hombres radicales. Cuánta falta hacen esos atributos en la Argentina de hoy! 

Don Arturo Illia desbordó coraje desde el primer día de gobierno, cuando anula los contratos petroleros, hasta el último día cuando dio una lección al coronel Perlinger que tiempo después se mostró arrepentido del daño que le había hecho al país.

Son tiempos complejos para la Argentina, como son complejos los tiempos que le tocan vivir al radicalismo. Es mi intención que este homenaje nos haga reflexionar fundamentalmente a los radicales, si reivindicamos todas esas cosas de Don Arturo Illia, debemos preguntarnos sinceramente como militantes si actuamos conforme a lo que hoy homenajeamos. 
 
Es muy importante esto, porque de nosotros depende integrantes del partido Radical, recuperar lo radical que anida en la historia y el presente del pueblo argentino, lo radical hoy es más vasto y más amplio que el radicalismo en sí, es necesario representarlo, porque la argentina necesita una alternativa no peronista, y nosotros somos los únicos que estamos en condiciones de crearla o de no crearla. Somos condición pero somos condicionante. De nuestra acción depende qué seamos finalmente. 

Para finalizar transcribiré párrafos de una nota que leí hace tiempo sobre Arturo Illia que recuerda declaraciones periodísticas suyas, esa nota en una parte decía que en 1962, antes de ser Presidente, el radicalismo pasaba ya por una de sus recurrentes crisis. En un reportaje al preguntarle sobre esa crisis illia respondía: "que constituir un partido nuevo es tirar por la borda medio siglo de experiencias y aprendizajes sin ningún beneficio a la vista. Los problemas del partido son serios, pero es mucho más práctico corregirlos internamente que destruir lo que queda para empezar desde la nada con el riesgo cierto de reproducir en condiciones mucho más desventajosas los mismos errores que ahora se quieren rectificar Para el bien del partido se impone que algunos dirigentes vuelvan a su casa… Aclara, por último, que la renovación es en primer lugar una renovación de ideas que puede incluir una renovación generacional, renovación que no puede tirar por la borda las enseñanzas y experiencias de dirigentes que hayan dado pruebas de que defienden “la causa” y no “su” causa."

Me pareció que de tantas anécdotas y palabras que uno puede recordar de este gran Radical, éstas podían enseñarnos las tareas que hoy los radicales tenemos. Como verán, no es la primera crisis, supimos salir de ellas, esas palabras de Don Arturo quizás nos inspiren de alguna manera de cómo podemos salir de esta.

Oportunidades no nos faltan, dios quiera tengamos el coraje, la inteligencia y las ideas que Don Arturo y tantos otros radicales han tenido, para responder a su mandato y para que esa vida ejemplar no haya sido en vano. Nosotros somos portadores de ese legado, eso además de llenarnos de orgullo, fundamentalmente nos obliga.-